En Memoria de Ana María Aguirre
El pasado martes 16 de julio, Ana María Aguirre, ex alumna de la primera promoción de psicólogos y psicólogas PUCV dejó su existencia terrenal. Luisa Castaldi y Manuela García, académicas de la Escuela y amigas de La Chica, como la apodaban cariñosamente, quisieron recordar como marcó de una u otra forma los caminos la vida de quienes la conocieron:

“Mientras estudiábamos nunca la vi haciendo las cosas para salir del paso o como para aprobar el ramo. Tenía una cosa muy propia de mucho compromiso, y al mismo tiempo era súper acogedora y abierta a otros mundos”. Así la recuerda Manuela García, quien fue su compañera de tesis y amiga.
Y agrega: “era muy alegre, jovial y cariñosa. Tenía mucha energía y la transmitía a su entorno. La chica fue de las mejores alumnas pero tenía una actitud como bien simple”.
Luisa Castaldi destaca que en su rol como docente muchas veces Ana María hizo preguntas que la sorprendían “Eran cosas no tan habituales en gente joven. En ese tiempo yo tenía otra perspectiva, entonces recuerdo no haber entendido mucho por el lado que ella iba. Después me hizo mucho más sentido. Era muy inquieta, nunca era suficiente, siempre se podía más”
Sin embargo, Manuela destaca que esta posición de búsqueda no estaba relacionada con una auto exigencia, sino más bien con una sed de saber “Después que salimos de la universidad siguió en esa actitud. Nos juntábamos y ella estaba en una cosa y después estaba en otra totalmente distinta, salió como disparada a la vida. Cuando se casó se instaló un poquito, pero no mucho, porque en lo profesional y personal siguió siempre creciendo. Y entre medio crio a sus tres hijos”
Algo en su búsqueda estaba relacionado con que, en sus palabras, “le había quedado chica la psicología tradicional”. Durante un tiempo exploró en líneas alternativas de la psicología “pero ella era muy sistemática, entonces tampoco se quedaba con cualquier idea, trataba de integrar cosas”, dice Luisa. Manuela agrega “ella podía estar en algo que parecía muy alternativo, pero lo hacía sistemática y estructuradamente. Investigando, fundamentando. No era algo que se le ocurrió en el momento, ella lo hacía en profundidad”
Además, destacan que esta permanente búsqueda la llevó a hacer incontables viajes y aunque no le gustaba ir sola, lo hacía porque sentía que era necesario “Una vez fue a Taizé, que es un lugar muy ecuménico que está en Francia. Ella fue sola a hacer un retiro del silencio, estuvo una semana en silencio. Hacía ese tipo de cosas”, señala Manuela.
En los últimos años de su vida comenzó a explorar en una ciencia denominada Zhineng QiGong, estrechamente relacionado con la Medicina Tradicional China que reúne ideas de confucianismo, el taoísmo, el budismo, las Artes Marciales y Qigong tradicional; absorbe los logros de la ciencia moderna, la medicina y la filosofía para, sanar enfermedades, mantener una buena salud y prolongar la duración de la vida.
Sus amigas coinciden en que el principal interés que unía a todas las prácticas en las que indagó a lo largo de su vida era el ayudar a las personas. “Lo de los métodos de sanación los tuvo siempre. Su papá era homeópata y siempre buscó caminos de salud y buen vivir.
De las lecciones y recuerdos que sus amigas guardan de Ana María, la constante rectificación del camino es una de las que más destacan. “Creo que para las nuevas generaciones también es una lección. Uno no sabe bien donde te va a llevar la vida, porque hay muchos caminos, pero ella en todos puso su esfuerzo, el compromiso, el estudio. Al final importa cómo hacerlo. Es muy emocionante ver cuanta gente ha recibido algo de ella, cuantas personas se beneficiaron de su búsqueda”