Marcela González se integra al área clínica de la escuela de psicología desde el Psicoanálisis Lacaniano
Desde hace unos meses la Dra. Marcela González Barrientos se integró como docente a la Escuela de Psicología para reforzar la formación en el área clínica junto a la profesora Claudia Lucero. En esta oportunidad conversamos con Marcela quien realizó sus estudios de Psicología en la Universidad Diego Portales, es psicóloga clínica acreditada y Dra. en Estudios de Género de la Università Degli Estudi di Napoli Federico II. Ella se ha especializado en el Psicoanálisis Lacaniano y en el feminismo psicoanálitico, aunque aún no le acomoda mucho este término.
¿Qué te motivó a estudiar Psicología?
Por una parte, siempre fui la confidente de todas mis amigas, pero en realidad, lo que primó en la elección fue la necesidad o el deseo de conocerme más a mí misma. Creo que fue una motivación más egoísta que altruista en este sentido.
¿Cómo ha sido llegar a trabajar a esta Escuela de Psicología?
Muy agradable, muy contenta por el respeto mutuo a la diversidad que prima entre los colegas. Obviamente he estado en proceso de aclimatación por tratarse de un nuevo lugar de trabajo, nuevas formas de hacer las cosas, nuevos estudiantes, una nueva cátedra, todo nuevo, además que venía después de estar casi 4 años fuera de Viña también, entonces todo ha sido por distintos lados novedoso, pero en ese sentido bien entretenido también.
Tú eres una psicólogo clínica acreditada, ¿cómo es eso de equilibrar la docencia con la práctica en la clínica?
Para mi la psicología clínica tiene que ser practicada, para estar atentos a los cambios, las modificaciones de los lazos sociales, de los síntomas. Es un proceso tan interesante y enriquecedor que uno no sólo la enseña, sino que me parece muy importante que sea parte de una práctica cotidiana de hacer clínica. Como he estado fuera de Viña harto tiempo tuve que cerrar la consulta, pero comienzo en marzo, lo que me tiene también entusiasmada.
Tú eres Dra. en Estudios de Género de la Università degli Studi di Napoli Federico II ¿Qué significó para ti esta experiencia de estar en Italia y profundizar tu formación académica?
Fue el cumplimiento de un sueño largamente atesorado: de poder estudiar el tema del feminismo o estudios de género, y poder hacerlo en Italia, que era un lugar ideal para ello. Para mí era espectacular poder estudiar directamente las problemáticas ligadas a la diferencia entre los sexos, o al “género” como se llama en ámbito académico a las temáticas ligadas a los feminismos, porque al ser el feminismo no sólo una teoría crítica sino que también una práctica política que denuncia las relaciones asimétricas de poder entre los sexos, resulta de una inclusión no siempre fácil ni cómoda en el mundo académico, pero las feministas se las han arreglado para hablar de los estudios de género y, de esa manera, hace décadas que entró a la mayoría de las universidades del mundo. Generalmente, eso sí, no como programa en sí mismo, que fue lo que me llamo la atención de este programa de doctorado en Nápoles, generalmente entra en las Universidades como subespecialidad o como una “perspectiva de género” dentro de las distintas disciplinas fuertes: así hablamos de psicología con perspectiva de género, sociología con perspectiva de género, etc.
Pero aquí se trataba de un programa de doctorado en estudios de género per se. Entonces la modalidad era diferente, porque los estudiantes eran de diferentes procedencias de raíz, o sea, abogados, historiadores, psicólogos, educadores, cineastas, a quienes les interesaba la pregunta por el género.
¿Cuál fue la riqueza que encontraste en el Programa de Doctorado en Estudios de Género?
Me permitió conocer, abordar otras perspectivas filosóficas que aquí no se conocen mucho, porque tenemos la influencia norteamericana muy cerca en el tema del género con Judith Butler , que es la más reconocida de las feministas filosóficas en la actualidad, cuya postura ha sido la de evidenciar la necesidad de deconstruir el género, hacia la aceptación de una multiplicidad de las sexualidades.
Pero allá, en el mundo europeo, existe también con mucha fuerza un feminismo filosófico distinto al anglosajón que se ubica en torno al concepto de “diferencia sexual” y no de “género, representado por la italiana Rosi Braidotti, que resulta muy novedoso e interesante, operando como contrapartida a la hegemonía americana de Butler.
Conocer textos de Braidotti, Teresa de Lauretis, Simona Marino, que son escasísimos o de frentón no existen en español son hallazgos valiosísimos para mí investigación, para el desarrollo de una mirada que integra el feminismo con el Psicoanálisis Lacaniano que me interesa.
¿Por qué te llamó la atención el Psicoanálisis Lacaniano?
Fui llegando paulatinamente al Psicoanálisis Lacaniano. Ha sido un camino de búsqueda, no ha sido desde el inicio. Creo que uno va cambiando con el tiempo, va cambiando sus lecturas, va cambiando su forma de ver la vida y los conceptos que le hacen más sentido también.
Me parece importante que uno elija, que uno se vaya formando en una teoría determinada, en una forma de hacerse preguntas, de buscar respuestas, de analizar conceptos y experiencias clínicas, porque nadie puede pensar que lo puede abarcar todo. Cada mirada clínica tiene un supuesto epistemológico detrás, un cierto sujeto, una cierta idea de cura, de dirección del tratamiento, de quién es el otro, de qué es lo que hace y cómo lo hace el terapeuta. En ese sentido, me interesa la formación lo más rigurosa posible, lo que no implica que uno no desarrolle y busque su propio estilo terapéutico, pero contando con una base firme, con un “saber hacer” teórico-clínico, creo que eso es muy importante.
Me interesé por el psicoanálisis sobre todo por esta idea que me pareció absolutamente seductora, de la falibilidad del sujeto, por decirlo así, de la castración que a todos nos habita, es decir, que somos siempre ese ser dividido y en conflicto, y que en mi experiencia era algo evidente. Entonces encontrar una teoría y una clínica que eso lo da por sentado y que ni lo niega ni lo pelea, ni te fuerza a ser otra cosa, sino que acepta esa marca como la marca constitutiva de lo humano, de nuestra división subjetiva y desde ahí parte, es profundamente acogedor y tranquilizador para mí.
¿Cuál es el objetivo que te has planteado realizar en tu Cátedra de Fundamentos del Psicoanálisis?
Lo que a mí me interesa desarrollar, estoy en proceso de hacerlo porque mi curso, el curso que tengo para 3° es un curso de fundamentos teóricos de la clínica psicoanalítica, entonces intento que sea muy riguroso y bastante freudiano, es decir, que realmente sea un curso de fundamentos, pensando en que le sirva a los estudiantes y a las estudiante para poder entender el funcionamiento del inconsciente, más allá de adscribir al psicoanálisis después como su teoría de pertenencia. O sea que entiendan cuáles son los fundamentos del funcionamiento psíquico humano, independientemente de que después elijan otra técnica para especializarse y desarrollarse. En ese sentido me interesa que sea muy riguroso y muy de base. Leemos mucho a Freud directamente, no manuales sobre él.
Cada profesor tiene un sello particular y ninguna cátedra es igual a otra, porque todos los profesores tienen intereses teóricos e inquietudes distintas. ¿Qué elementos traes tú a las cátedras que estás impartiendo en la escuela de psicología?
Estoy pensando cómo incorporar los aportes clínicos lacanianos al curso de taller, que es donde hay que ponerse clínicamente a operar con intervenciones, con modos de pensar el tratamiento, con modos de pensar los objetivos terapéuticos, entonces creo que ahí es mucho más evidente que se necesita o me sirve mucho más pensar lo lacaniano en acción, en la clínica, y me parece que eso es un aporte absolutamente.
Lo que sí me parece novedoso, y no sé cómo lo voy a hacer aún o en qué curso, es poder incorporar lo que yo llamo feminismo psicoanalítico o psicoanálisis feminista. Ningún concepto me gusta del todo, pero como estamos hablando que somos sujetos divididos y castrados, me acepto la insatisfacción. Tiene que ver en el fondo con poder abordar el tema de la sexualidad y de lo inconsciente, la elección inconsciente de sexo o sexuación, incorporar temáticas de las relaciones entre los sexos, el tema de las modificaciones del discurso amoroso en la contemporaneidad, que fue el tema de mi tesis de doctorado, me interesa poder aportar a la Escuela desde este ámbito.
Esas temáticas he percibido que a los estudiantes les interesan mucho, que tiene que ver con los modos en que hombres y mujeres nos las estamos teniendo que arreglar con el amor, cuando está cambiando todo a nuestro alrededor, los modos mismos de expresar, de sentir, las posiciones y expectativas desde dónde se arma hoy una pareja, ¿está orientada a lo mismo que antes? ¿qué es lo que ha cambiado? ¿qué es lo que no cambia? los conflictos que acompañan hoy a la posibilidad o imposibilidad de una relación amorosa, eso es lo que me interesa como temática y me encantaría poder desarrollarla en un curso optativo o nuevo proyecto de investigación desde la Universidad.