Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2017) dicta Clase Magistral a estudiantes de Psicología PUCV

La psicóloga, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2017) y Decana de la Facultad de Psicología Universidad Alberto Hurtado, Elizabeth Lira Kornfeld, se reunió junto a estudiantes de nuestra Escuela para llevar a cabo una Clase Magistral sobre psicología y derechos humanos.

En la actividad -enmarcada en la Semana de Aniversario de la Escuela de Psicología PUCV- la académica se refirió al rol de las y los psicólogos en el trabajo de acogida y tratamiento a víctimas de violaciones a los DDHH durante la Dictadura Militar, así como de la importante misión de la profesión.

Décadas pasadas

La académica inició su trabajo con los familiares y las víctimas de los atropellos a los derechos humanos de la dictadura militar en Chile cuando en 1977 se integró al equipo del Programa Médico Psiquiátrico de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC):

“En esos años, nos encontramos con muchas personas que consultaban y que llegaban a denunciar a los organismos de DDHH, Comité de Cooperación para la Paz y después a la Vicaría de la Solidaridad. Narraban cómo habían sido allanados, de cómo sufrieron violencia. Las personas estaban muy perturbadas. Rápidamente los abogados y asistentes sociales de estos organismos pensaron en la necesidad de asistirles y entregarles orientación psicológica. Aquí, iniciamos una red de psicólogos y psiquiatras que atendían a las personas que habían sido víctimas de la Dictadura”.

“Este grupo se reunió y presentaron sus formas de trabajo; hubo una fuerte sensación permanente de estar frente a reacciones angustiosas y depresivas de las personas, a acontecimientos de pérdida, de mucha violencia y tortura. La reacción era de acorde a la situación vivida, y nosotros teníamos escasa formación para poder comprenderles. Es lo que hoy conocemos por experiencias traumáticas”, agregó la psicóloga.

“Al inicio, parte del problema era entender lo que hoy conocemos como intervenciones en crisis, cuyo objetivo principal era contener la situación de desborde emocional y que tenía una tremenda precariedad, porque a veces uno veía a las personas una o dos veces. Y la situación que afectaba a la persona eran en muchos casos acumulativas, detención de un familiar y luego continuaba con el despido del trabajo, y muchas veces debían abandonar sus hogares porque no había dinero”.

“Vimos una gran cantidad de niños que consultaron a raíz de la desaparición de sus padres. Se hicieron grupos de trabajo y atención individual. En esos años no había formación para visualizar una atención familiar no había una formación en Chile de clínicos sistémicos o en visiones de terapias familiares. Se atendían de manera intuitiva”, puntualizó.

Red de apoyo

Debido a las diferentes dictaduras a nivel latinoamericano, muchos exiliados latinoamericanos llegaron hasta Europa. Es allí donde obtuvieron atenciones psicológicas a través de grupos de psicólogos y psiquiatras quienes trabajaban con distintas ONG que buscaban entregar apoyo y ayuda a quienes sufrieron violencia en esos años.

“En los años 80 logramos un mayor intercambio con otros grupos psicólogos en otras partes del mundo, sobre todo después del fin de la dictadura en Argentina. Y con la fuerte tradición de la formación psicoanalítica en argentina, posibilidad de reuniones, organizadas por distintas agrupaciones, sindicatos, etc. Había una necesidad muy grande en comprender en cómo hacíamos para reflexionar junto a los otros (…)

(…) solo después, en los 90’s, tuvimos contacto con psicólogos de México, Perú y Ecuador que tenían las mismas limitancias que nosotros, habían sufrido muchísimo por las reiteradas violaciones a los derechos humanos”, sostuvo la Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales.

Reparación

“Uno de los puntos que como psicólogos pudimos contribuir en el ‘90, fue a la propuesta de reparación y a los requerimientos que tenían las víctimas en relación con la Comisión Nacional de Verdad y Reparación (Informe Retting. En esa Comisión hicimos presente el padecimiento constante de familiares de detenidos desaparecidos en la necesidad de incluir la atención de salud mental a nivel nacional, por lo que se gestó el PRAIS, que fue el inicio de una serie de ayudas otorgadas, en parte, para contribuir en la reparación de las personas que sufrieron por tantos años”, puntualizó la psicóloga.

Formación de estudiantes de psicología

Finalmente, la académica se refirió a cómo se deberían afrontar las mallas curriculares de Psicología en el país, afirmando que “lo que habría que cambiar es la forma de enseñar, porque tendríamos que mostrar los DDHH como una ética que nos obliga a modificar nuestra manera de entender las relaciones sociales, tenemos que tratar con respeto al otro/a por su dignidad y condición humana y todas las diversidades que podemos asociar a esa persona no modifican el que la relación no puede cambiarse, debe ser de respeto. Pero eso no se enseña en la Universidad, eso se debe enseñar en todas partes: familia, casa, espacios (…)

(…) tenemos que contribuir en muchos sentidos, desde las escuelas, estudiantes investigaciones, etc. Para mi el tema de la reparación es un gesto simbólico que puede ser práctico para ayudar a la calidad de vida de las personas, pero los hechos son irreparables. Ahí es donde podemos intervenir. Debemos trabajar desde todos lados. La salud mental es fundamental para la democracia, lo que hemos observado en el último tiempo es mucha rabia en la gente, que es legítima, pero que no somos capaces de reconocerla. Tenemos la influencia de hacer reflexionar a la gente y cuidar las relaciones con los otros”, finalizó.